Nuestros Queridos Viejitos: Para nosotras es "el Tite"

Nuestros Queridos Viejitos

Este sitio pretende ser un homenaje viviente a Don Orestes José Della Mea Pesamosca y su esposa, Doña Diver Edit Gaitán Ruibal de Della Mea, continuando en forma cibernética con una de sus grandes pasiones... juntar en su casa y en libertad, la mayor cantidad de familiares y amigos posible para compartir momentos de vida.

23 agosto 2010

Para nosotras es "el Tite"

Nosotras, “las nenas de Perla” (que ahora casi pisamos los 40) lo llamábamos “el Tite”. Lo recuerdo como lo recuerdan todos, al lado del parrillero, en esos asados familiares y multitudinarios, en la cabeza un pañuelo con un nudito en cada punta, de short y medias de esas finitas de vestir, con un escarbadientes en la boca. -“¿Por qué el Tite tiene siempre un escarbadiente?” preguntábamos. -“Es para no fumar” nos decían. -“Tite, mostranos las várices” le pedíamos, y él nos enseñaba la pierna y nosotras salíamos corriendo haciendo que nos asustaba. -“Tite, hacenos la vuelta carnero”, y el Tite nos hacía girar en el aire agarrándonos de las manos y volvíamos a quedar paraditas pero despeinadas por la voltereta. -“Tite, me saqué un sote en la escuela” y ahí el Tite decía la frase que me acompañó hasta terminar la facu: “El estudio siempre es el estudio”. Contrarrestando su look dominguero lucía impecable de camisa blanca en Ottado y Garrido. -“Tite, dejanos escuchar un disco en las cabinas” La casa de Caldas del Tite y la tía Chonga era una aventura para nosotras, siempre había mucha gente y se respiraba alegría. -“¿Por qué dice Diore en la pared?”. -“Por los nombres del Tite y la tía Chonga”. Me llevó años entender esa explicación. Pasábamos rato mirando y sin tocar nada, la repisa llena de adornos que había en el living y el piano nos estaba prohibido porque lo desafinábamos, igual confieso que siempre un par de notas bien despacito le robábamos. Podíamos jugar con la pelota y el aro de básquet, mirar televisión a color, inventar historias cerca del aljibe, sentarnos en el banco del fondo entre las plantas y darle de comer flores a la tortuga Benita, si la encontrábamos. Si había que hacer algún mandado de último momento éramos las primeras en subirnos a la camioneta del Tite que siempre tenía lugar. Y hasta supimos pasear en la “Sankuokay”. Por cierto, y les paso factura al Ale, Leo y Dante: todavía no me devolvieron el álbum de figuritas de Sankuokay que les presté. Recuerdo las mesas larguísimas y la oportunidad de tomar toda la coca cola que quisiéramos. Una vez pregunté qué era el chinchulín y creo que fue Dante el que me dijo que era donde la vaca guardaba la caca.... fue tal la impresión que no volví a comerlo hasta que fui grande y no me importó de dónde salía. Pero el mejor lugar era el galpón... ahí si que había cosas para mirar mientras los grandes jugaban a las cartas diciendo frases que no entendíamos entre gritos y carcajadas. Era un lugar fantástico donde nos escurríamos siempre que podíamos, las bicicletas enormes parecían volar colgando del techo y tras la puerta con un letrero que mentía “escritorio” estaba el baño. Nos encantaba leer el pizarrón y ver los dibujos que estaban ahí, me acuerdo de un pescador en un bote que estuvo mucho tiempo sin borrarse. Nosotras dibujábamos en un rinconcito libre, cuidando de no estropear nada. Y así lo recuerdo al Tite, siempre alegre, siempre presente en todos los cumpleaños, ayudándonos cuando las cosas en casa se pusieron complicadas... y cuando se habla de reuniones con familia y amigos alrededor de una mesa llena de charlas y risas, mis recuerdos vienen desde la casa del Tite y la tía Chonga.

Blogger El Ale dijo...

Gracias, sobrina! Es muy lindo recordar con tus vivencias lo que era ese galpón y lo que trataba de ser este sitio, leyendo las impresiones de alguien de una generación posterior a la nuestra. Besos para "la nenas de Perla".

23.8.10  

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